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A inicios del siglo XX, antes de que naciera Pedro Avilés —conocido por ser el primero en traficar droga a Estados Unidos—, en la capital de México las autoridades tenían en la mira a un individuo que, pese a su aspecto físico, era uno de los principales enemigos públicos de la época prerrevolucionaria.
Su historia es retomada por el investigador Benjamin T. Smith en su libro La Droga: la verdadera historia del narcotráfico en México. En esta obra, el también profesor de la Universidad de Warwick da a conocer cómo se logró detener a del Moral dos años antes de que estallara la Revolución de México y el impacto mediático que tuvo en su tiempo.
José del Moral tenía una pequeña casa ubicada en la calle San Jerónimo, en el centro de la capital mexicana, donde almacenaba miles de cigarrillos y “guatos” de marihuana, expresión popular que se usa para indicar grandes cantidades de dicha droga.
Más allá de las curanderas o herbolarias, en México no existían personas que se dedicaran a distribuir marihuana, una sustancia que durante el Porfiriato era vista con prejuicios populares, ya que la prensa de ese tiempo indicaba que su consumo podía derivar en episodios de locura y asesinatos, indica Benjamin T. Smith.
Es por ello que los pocos distribuidores de marihuana, como del Moral, eran vistos como “enemigos públicos” que envenenaban a los capitalinos. Debido a que el concepto de “narcotraficante” no existía a principios del siglo XX, en los tabloides de los periódicos se le bautizó con el apodo de “El Rey de los Grifos”.
Sus actividades eran conocidas por las autoridades de ese tiempo, por lo que tres día antes de su detención se realizó una redada en su vivienda, la cual fue calificada como una “fábrica de marihuana” que podía “envenenar a toda la capital”, según reportó El Imparcial en su momento.El 20 de julio de 1908 del Moral fue sacado de su casa y exhibido ante la sociedad. Su aspecto era desaliñado, tenía alrededor de 50 años, su cabello era cano y cada vez que sonreía se notaba que era chimuelo. “El primer narco mexicano… Con él empieza la historia del pánico en torno a las drogas en el país”, menciona el historiador Smith en su libro.
Al cabo de un mes “El Rey de los Grifos” obtuvo su sentencia: cinco meses de prisión por vender marihuana sin contar con licencia. Pero del Moral no se quedó de brazos cruzados, pues mientras cumplía su condena en la prisión de Belén, ubicada en el centro de la Ciudad de México, redactó una carta de apelación.
En la misiva, del Moral escribió sus opiniones en torno la marihuana. Acusaba a los médicos que desconocían los beneficios de la planta y sus usos terapéuticos. “Corren tan sólo al oír su nombre y creen que la hierba es salida del infierno”, se lee en la carta de apelación consultada por el autor, misma que estuvo perdida durante un siglo.
“¿Cuál es la razón para decir que la marihuana sea nociva para la salud? (…) ¡Esa hierba es considerada como medicina para una infinidad de dolencias!”, argumentaba José. Y es que a finales del siglo XVIII, la marihuana se utilizaba como parte de la medicina tradicional para curar desde el asma hasta la laringitis.
Pero más allá de ser un remedio herbolario, la marihuana comenzó a ser fumada por los soldados y los prisioneros a mediados del siglo XIX, aunque su consumo era mínimo. Para el tiempo en que creció del Moral, se empleó el uso “grifo” para referirse a las personas drogadas con esta hierba, la cual tenía connotaciones negativas.
Dos años después a la detención de José del Moral estalló la Revolución mexicana y, con ello, el panorama de las drogas cambiaría. Ahora llegaba la “dama blanca”, como fue nombrada la heroína de manera coloquial.